Saudade IV

El Beso Eterno




Mis memorias vibran con el recuerdo del amor incierto, mi mente reproduce tu primera sonrisa y la toca, sonrisa invisible que atormenta mi presente por haberla perdido, mis dedos quieren alcanzar tus manos y sentir el fino lazo que una vez brotó colores y magia, la magia que escondías al verme sonreír de tristeza y las lágrimas que nunca viste derramar, lágrimas que mis ojos no guiaron, mis labios jamás disfrutaron su sabor a sal y la cama que nunca humedeció con tu nombre, orgullo cobarde que guarda sus derrotas para el final de mi tiempo.



Ahora, pienso en esa chispa que incendio tu aura y la mía, inesperada acción que hizo un ruido unísono en mi cuerpo y perdura en mi mente cuando escribo lo que siento, labios vírgenes que raspan y sangran mi boca, dureza provocada por el amor perdido, el amor que duele, aquél que impide la suavidad de tu roce y me incitan a enseñarles la dulce gota del amor verdadero.



Con mi mente clavada en tus movimientos, guardando las palabras que tus labios escriben por última vez sus primeras tintas, mi cuerpo experimenta una sensación única de júbilo, el ósculo que abre puertas de madera antigua para los que con humilde y noble petición piden entrar, el beso más hermoso es aquél que me prohibiste, aquél que negaste sin razón, el beso que paso por mis labios fantasmas y te rendiste a provocar, el que plasmaste sin pensar. Un beso eterno, difícil e inolvidable, doloroso por ser tuyo, por dejar tu nombre en mi alma y tu indiferencia que vive en mí.