Día De ayuno...

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La miré antes que ella a mí.
Seguía dormida y respiraba tranquila, la noche le había dejado huellas, pero la luz de la mañana borró todas ellas.
Concentré mi mirada en su calma.
¿Qué bendición me permite verte soñar, pero a tí no?me pregunté.


Después de un buen rato de adentrarme en su serenidad, me acerqué lentamente para poner mis buenos días sobre sus labios. Con un cuidado admirable rocé un suave sonido sobre su boca.


Hizo una mueca pero no abrió los ojos, a pesar de los rayos de sol que se colaban en sus ojos entreabiertos, entendió perfectamente la intención. Respondió haciendo la boca chiquita y me mordió el labio cuando menos lo esperaba. Le ganó la risa y abrió los ojos para verme con una sonrisa..


¿Qué haces?preguntó risueña.
Buenos días, ¿te desperté?dije en tono sarcástico.
No....Cerró los ojos y se echó a dormir haciéndose pasar un sueño profundo. Un cuerpo durmiente.
Ah, pues que mala suerte, por que no aguantaba las ganas de besartecontesté en un tono resignado.
¿Me dices cuando te canses de estar dormida, para poder despertarte a besos? le dije.
—¡Ya desperte! Exclamó despertándose de golpe.


Se prendió de mis brazos y de mí ser. No solo la desperté a besos, pusimos a trabajar todos los músculos dormidos y resucitaron las almas escondidas de un bostezo gigante, duró varias nubes pasar allá en lo alto...


Durante esa rutina nos costó dejar atrás la deliciosa armonía. Una vez de pie, se dedicó a ordenar lo que podía. Yo en mi afán de prolongar la salida, puse una buena melodía para amenizar el día.


Preparé el agua tibia de la bañera y le sugerí acompañarme, arrojando gotas de  agua sobre su espalda, no quise desaprovechar aventurarme. La bañé a besos y también con espuma, limpié su piel como a ninguna. Sequé con mis manos su cuerpo y con mis labios quité cada gota restante. Su alma estaba purificada. El aroma de la mañana se mezclaba con el viento de la ventana y las flores de la recámara.


Mientras tanto, ella se vestía. Yo, de reojo la veía. Encantado por su dulzura y delicadeza, y esa torpeza que complementa toda su belleza. Tomaba al primer rayo un sorbo de agua. Mientras la canción sonaba, ella se peinaba sobre la cama y murmuraba un beat pegajoso. Yo empezaba a bailar para saber si se daba cuenta, o seguía concentrada en acicalar esa cabeza.


Notaba mis travesuras y se hacía cómplice de ellas, llevándome la corriente, no paraba de reír de las estupideces que decía, cuando buen ánimo despedía. Perplejo esperé a que terminara de arreglarse, viendo lo hermosa que se procuraba, era la mejor parte.


No solo de amor vive el cuerpo, también de alimentole dije al oído. Mientras mis brazos  rodearon su espalda.


Quiero prepararte algo rico para que tu cuerpo no ayunedije.


Preparemos algo y dividamos trabajo, así acabaremos más rápidosonaba entusiasmada.


Repartimos ingredientes y puestos, cocinamos toda la mañana, y entre besos, preparamos algo lindo con pocos pesos.


Nos gustaba admirar la mesa puesta, la comida servida lista para ser digerida. Nos gustaba mirar ese par de locos, y un cubierto para compartir entre nosotros.


Tan pronto comíamos me platicaba de ella, buscaba un consejo rápido que tal vez yo podía darle. A la par, probando bocado, le contaba una anécdota que nunca había escuchado o sacaba su sonrisa de una forma u otra. Pero nunca me quedaba callado.


Me tomaba de la mano y la dejaba ahí, mientras me miraba, involucrando todos sus sentidos en ese ritual matutino..Yo, la besaba, sin resistirme. La mañana avanzaba, nada importaba.


Ya con el corazón lleno y la barriga contenta, soñolientos evitamos volver a la cama..
Pero un guiño furtivo y una caricia sensible nos llevaban a estirar la mañana.
Entraba la tarde, apacible y sin el mínimo ruido; la máxima excusa.


Ordenamos aquél desastre y no dejamos sucio ni un traste. Yo cantaba una canción que conocías y hacíamos dueto de nuestras manías. Nos mirábamos sin parar, como unos tontos que no sabían nada más que amar.


El viento frío de la mañana hizo estremecer su piel, la llevé hasta la cama y nos escondimos debajo de la sábana. Nos quedamos ahí un buen rato, pero desde un comienzo, su mirada rompió el silencio.


Amor, no quiero que la mañana acabedijo ellacon una nostalgia atravesada y los ojos largos.
Terminará la mañanaasentí, después de un rato callado, acongojado.
y llegará la tarde que es larga, donde muere el sol con ellallegará la noche y veremos la luna nacer y desaparecerla abracé con mi alma
Pero habrá otro mañana, siempre hay otro amanecery no será distinto, si abro mis ojos y te encuentro ahísentencié .


Después de una mueca poco convencida, me besó con mucha ternura el cuello y la comisura.


Dame tu mano y escapémonos hacia la tarde, desnudémonos con la luna.Me pidieron sus ojos.


Si me he ido, si no me puedes ver ¡Abre los ojos!dije.Con la voz cortada, acariciaba su rostro.


Búscame al amanecer…


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